

Milagros Díaz: Bienestar y desarrollo humano a flor de piel
Por: Karla Ávila Morillo / @LaTuristaKAM
Milagros del Carmen Díaz Rodríguez nació en Ciudad Guayana, estado Bolívar, justo al suroriente de Venezuela, allí creció y vivió hasta los diecinueve años para luego mudarse al noroeste del país, a la ciudad de Maracaibo, capital del estado Zulia.
Estudió la carrera de comunicación social y se graduó bajo la mención de periodismo impreso en el año 2007, igualmente cursó psicología para graduarse en 2012. Se ha dedicado profesionalmente a la psicología organizacional por más de ocho años, actualmente trabaja como psicóloga de reclutamiento y selección en una consultora en Chile.
No ve sus sueños ni sus metas como cosas imposibles ni inalcanzables, al contrario, se sintió muy feliz de graduarse en las dos carreras en las que ella se veía como profesional a futuro, además de ejercer como psicóloga, emigrar, trabajar en su área en un país lejano y ajeno, tener una relación amorosa estable que al mismo tiempo define como muy bonita, siente que ha logrado cierto nivel de armonía con sus padres y su familia, se siente bien y satisfecha de la persona que es en la actualidad. Su vida la colma de bienestar con sus hobbies, dentro de los cuales está el cantar, meditar, hacer yoga y leer.
Tiene un proyecto personal que lleva junto a su pareja Adriana Padilla, se trata del dueto “Harmonía”, el cual definen como: “dos voces, una guitarra, mil sentimientos”.
Afirma que en algún momento quiere volver a tener su consultora de reclutamiento y selección, con la cual ya había emprendido camino en Venezuela. Desea escribir una autobiografía y ofrecer conferencias de desarrollo personal, en especial para las personas LGBTI, confiesa con entusiasmo que es algo que siempre ha querido hacer pero aún no lo plasma en acciones concretas.
Considera que el mayor activismo que realiza es dando el ejemplo de mostrar la naturalidad con que lleva su vida, expresa: “Siento que en el día a día trato de demostrar en actos que no necesitamos vivir a la defensiva con el mundo, sino vivir y ser nosotras mismas, con apertura y naturalidad. Es la mejor manera de hacer ver que solo somos personas. Por ejemplo, todas las personas en mi trabajo saben que soy homosexual, desde la primera entrevista. Sin estar a la defensiva, sin esconderlo. Lo han tomado de la manera más normal, creo que así debe ser. No sé si sea activismo, pero es mi manera de hacer las cosas”.
Su pareja Adriana es un apoyo importante en cada caída, además cuenta que tiene una tía y un tío en particular que fueron los primeros en apoyarla en lo que necesitara, sin condición alguna, fueron los primeros en aceptarla por todo lo que es, por su esencia humana. Ella dice que ese apoyo en específico le hizo y le sigue haciendo sentir amada, una mujer fuerte, ese apoyo le dio esperanzas que todo puede mejorar y evolucionar siempre.
Revela que entre sus fortalezas está el ser agradecida, con Dios, con la vida, con las personas, comenta: “El querer a los demás, en serio querer. Siento cariño y amor por mi gente y soy empática, me interesa entender a las personas. También soy muy constante y perseverante, me gusta lograr las cosas que me propongo y hacerlo lo mejor posible”.
Le entristece que exista tanta rabia, desconocimiento y prejuicios en el mundo contra las personas LGBTI, en especial cuando se invisibilizan a las mujeres lesbianas, también le preocupa que dentro de esta comunidad haya igualmente tanto resentimiento y rabia que según ella, a veces lleva a no hacer las cosas bien. Cree que si se logra resaltar lo positivo de las personas LGBTI se pueden llegar a cambiar más formas de pensar negativas que ella considera que con la lucha frontal y agresiva no se puede avanzar hacia el respeto mutuo.
Asiente sinceramente que vio vulnerados sus derechos por ser lesbiana solo con su familia cercana, lo que la hizo sentirse culpable, minimizada, señalada, irrespetada dentro su seno familiar, lo que ha sido de lo más difícil que ha vivido hasta ahora, exterioriza lo siguiente: “Tuve que irme de casa por la incomprensión, hubo un mal manejo de mi familia al confesarles mi preferencia y tiempo después soportar comentarios ofensivos, rechazo de mis familiares, en fin, fue doloroso”.
Pero ahora siente que es más segura de sí misma, que ha logrado superar muchos miedos inculcados y se aprecia satisfecha con sus logros en todos los ámbitos que ha desarrollado.
Finalmente Milagros cierra la entrevista comentando que la verdadera fuerza no es luchar por la aceptación de otros, sino: “Tener tanto amor por nosotras mismas y tanta confianza que lo que otros hagan y piensen realmente no nos importe”. Está muy segura en decir que cuando entendamos que los demás no nos definen comprenderemos realmente nuestra fuerza.